¿Alguna vez has sentido la tentación de besar a un sapo feúcho y viscoso para ver si se convertía en un ser de bondad incomparable y personalidad arrebatadora de quien enamorarte perdidamente y ser felices juntos por siempre jamás?
Ya, supongo que no, porque todos hemos aprendido que ese tipo de magia está relegada a las páginas de los cuentos de hadas (y tomarse una copa de vino suele apetecer más que lamer anfibios verrugosos). Sin embargo, en algunas ocasiones, “besar” metafóricamente a ciertos sapos sí puede conjurar la magia.
Y el keto es uno de ellos.
Preparados... listos... ¡YA!
El itinerario de esta maratón vendría a ser la “biografía por fascículos” de ese príncipe llamado dieta cetogénica que, por un cúmulo de malentendidos y una nada desdeñable cantidad de estudios nutricionales rotundamente sesgados, a menudo bañados en flagrantes intereses económicos, hemos convertido en sapo.
Y ya va siendo hora de deshacer el entuerto y revertir el hechizo.