Ahora sí. Ya suficientemente respirados, henchidos de la belleza del itinerario y con energías renovadas (y el chaleco salvavidas puesto), vamos a lanzarnos río abajo. Solo nos falta elegir sobre qué y a qué velocidad. Y eso dependerá de la prisa y de la necesidad que tengamos por llegar.

¡Y la maratón continúa!

¿Quieres volver atrás?

¿O prefieres adelantarte?

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